viernes, 13 de julio de 2007

Breve historial

Dos meses después de nacer me entregaron a mi actual compañero de piso asegurándole que yo era una gata mansa y adorable... lo cual resultó ser falso en todos los aspectos.

Tenía un carácter travieso propio de mi edad, solía hacer bastantes travesuras y lo más importante: era UN GATO.

Ese ínfimo pero crucial detalle marcó el resto de mi existencia definitivamente.
En primer lugar, pasé de llamarme Rita a ser nuevamente bautizado como Platón, un célebre filósofo que además era algo ambiguo sexualmente. Tan digno nombre me duró poco, ya que debido a la exasperación que le producían mis travesuras al otro inquilino, en sus momentos de cólera (totalmente injustificada, por supuesto) me tildaba de "Plutón" (por los nervios) o en casos más graves, de "Putón".
Una de las peculiaridades que más le sacaba de quicio era mi costumbre de explorar más allá del territorio que me había sido otorgado. Así como él tenía plena libertad para abandonarme y explorar el mundo exterior, mis tentativas de ampliar nuestros dominios siempre se saldaban con un escándalo y una inmediata repatriación de mi persona, generalmente con un trato poco cordial. Sin embargo, al persistir en lo que mi compañero erróneamente llamaba "fugas", cierto día que tuve el detalle de obsequiarle con una cómplice mirada antes de saltar al descampado por el patio trasero, éste me rebautizó nuevamente al pronunciar cansínamente una frase por aquel entonces muy de moda: "¡Hasta luego Lucas!"

De este manera tan anecdótica se decidió que me llamaría Lucas, a pesar de que a mí me hubiese gustado más Freddy.
Y eso todo... que mejor día que hoy para darme a conocer.

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